Con la nueva arremetida del Congreso, al aprobar por insistencia la norma que modifica la ley de Derechos de Participación y Control Ciudadano (26300), se cierra la vía democrática que tenía PL para convocar a un referéndum, como lo establece en el ideario partidario, y así con el poder de ser gobierno, cambiar a su medida la Constitución de 1993.
Con esta jugada los fujimoristas se cobran revancha, pero también alborotan el avispero político, tanto así que el líder de PL, Vladimir Cerrón, en tono de amenaza dice que “se cierra el camino de la legalidad y de la paz”. Es decir, para Cerrón, la oposición declaró la guerra y, por tanto, podrían tomar otros caminos antidemocráticos que no son necesariamente pacíficos para lograr cambiar la Constitución actual.
Si mañana el parlamento logra promulgar esta medida, no solo tira por la borda las firmas recolectadas por los cerronistas, sino que recrudece peligrosamente la crisis política entre la oposición más extremista de la izquierda y el Congreso. Las consecuencias es que esto seguirá desviando la atención de ambos poderes de los temas más importantes para el país