Los buenos vecinos de Miraflores se sienten ‘agradecidos’ que por fin, después de casi cinco años, anuncien que está por salir el proyecto de “Mejoramiento de servicio de movilidad urbana” de decenas de calles que quedaron intransitables en el 2017 tras la inundación del río Piura, y que hoy es una tortura transitar por ellas, sin contar el daño a la salud que provoca el polvo que se levanta y respiran a diario.
Lo que debe quedar claro es que los vecinos de esta y otras zonas de la región no tienen nada qué agradecer por las obras, pero sí mucho que reclamar a las autoridades regionales por la lentitud de los estudios; por la burocracia que todo lo retrasa y porque hasta ahora, ni siquiera se han hecho trabajos de habilitación para facilitar la movilidad a los vecinos. Para ser eficientes se les eligió.
Esta semana se anunció la recepción de la resolución del proyecto, pero aún no se puede cantar victoria porque falta enfrentar el proceso más peligroso por la corrupción imperante: la licitación y ejecución de la obra. Siendo optimistas, quizás en el 2023, después de 6 largos años, se podría estrenar vías. Así de “diligente” es la gestión pública.