La crisis que vivimos hoy sirve para sacar lo mejor de las personas, pero también lo peor y, esto último, es lo que al parecer se está imponiendo a la responsabilidad, solidaridad y humildad. Las compras millonarias de mascarillas direccionadas en la PNP, en perjuicio de los policías expuestos al virus, es solo una perla del envilecimiento de algunas autoridades.
A esto hay que añadir el robo de prueba rápidas; el abusivo cobro en algunas clínicas; el incremento de los precios de las mascarillas y guantes debido a la alta demanda; el engaño de algunas financieras y bancos con eso de la reprogramación de deudas “sin interés”; las pensiones en los colegios; hasta llegar a la irresponsabilidad de quienes no guardan cuarentena.
En efecto, muchas personas, instituciones y, lamentablemente hasta algunas autoridades, creen haber encontrado la oportunidad con la pandemia para acabar con “su propia pobreza”. Es decir, ahora los peruanos honrados, trabajadores y que dan la cara para que el país no entre en caos, no solo deben luchar contra el coronavirus sino también contra la corrupción y la manada de insensatos que no saben de responsabilidad ni de solidaridad. Deplorable.