Está probado que aquí en Piura la cuarentena no funciona; sin embargo, el Ejecutivo evalúa –aún no está aprobado-, extenderla ante la desesperación de muchos pequeños y medianos empresarios cuyos emprendimientos y negocios están en este momento en situación de quiebra y temen no morir por el COVID-19, sino de hambre.
¿Es culpa de los insubordinados que se haya llegado a un alto nivel de contagio? El error vino del Gobierno al acortar horarios en mercados y financieras. Con esta decisión, solo se logró alborotar a los beneficiarios del bono que atiborraron bancos y mercados. ¿Nadie previó que de allí saldría un ejército de contagiados?
Alargar la cuarentena sería como dar partida de defunción a muchas pymes, promover la informalidad y agravar la desesperación de la población que seguirá enfermando en sus casas o colmando bancos y mercados. La cuarentena focalizada, la extensión de horarios en bancos y comercios y una campaña para mejorar hábitos de cuidado y aseo en asentamientos y locales serían mejores alternativas, sin olvidar el control sobre las medicinas. Después de todo, el piurano ya aprendió a hacer autocuarentena.