Ante la incapacidad y soberbia con que actúan las autoridades y funcionarios a cargo de la lucha contra el coronavirus, son los piuranos sin distingo de edad, profesión, raza o condición social, quienes han asumido el deber de la solidaridad con las miles de víctimas. Independientemente y en silencio cada uno se ha fijado una sola meta: salvar vidas.
Los vecinos del Noreste de Piura y también en Castilla están realizando colectas y rifas para comprar plantas de oxígeno. Los empresarios piuranos no se quedan atrás y a falta de coordinación y apertura del Gore, por su propia gestión y dinero están trayendo isotanques; entregando medicina o construyendo ventiladores mecánicos. La Iglesia, sigue con su recaudación solidaria para comprar oxígeno y medicamentos.
Este esfuerzo e iniciativa de los ciudadanos, las Iglesia y el empresariado es gratificante en medio del caos que origina la pandemia, pero hubiera sido mucho mejor si a la cabeza estuvieran sus autoridades hoy dispersas, unas en busca de popularidad y otras cuadrando cuentas y compras sospechosas.
Ojalá esta pandemia nos deje otra enseñanza: saber elegir mejor a nuestras autoridades.