Para los piuranos que aman el mar, resulta absurdo e injusto mantener las playas cerradas y con vigilancia de las FF. AA.; mientras los centros comerciales y mercados bullen de personas que no respetan el distanciamiento; los restaurantes nocturnos repletos de comensales sin mascarillas, al igual que las discotecas y bares abiertos donde no hay ningún tipo de control.
Si bien la medida intenta evitar concentraciones masivas, lo más saludable para los empresarios hoteleros y de restaurantes (los grandes perdedores con las restricciones) es que se hubiera puesto topes al ingreso a las playas, como lo tienen los centros comerciales, sobre todo porque en las playas los espacios son abiertos, diferente a lo que ocurre en los centros comerciales.
Lo cierto es que a pesar de las restricciones, los hoteles y casas en los principales balnearios ya están copados. No sabemos cómo harán las autoridades, pero este fin de semana -que coincide con el fin e inicio de año-, las playas serán las más asediadas por los bañistas. Lo importante es que si van a las playas, no se metan en problemas y mantengan siempre el protocolo para cuidarse del COVID.