La presentación en quechua del premier Guido Bellido en el Congreso se volvió ayer tendencia en las redes sociales, pero también logró el objetivo –¿intencional?-, de dividir y llevar a los integrantes del Congreso a un debate recargado de adjetivos pero estéril sobre discriminación, una vieja táctica que siempre da buenos resultados para desviar la atención y polarizar audiencias.

Con este detalle, Bellido ratificó su astucia y carácter provocador que lo ha caracterizado desde que asumió el cargo. La discusión terminó por descubrir que ni siquiera los parlamentarios sabían que en el Congreso hay normas que respaldan la diversidad de lenguas y sanciona la discriminación, mientras que en las redes sociales olvidaron el análisis de los temas expuestos por Bellido para enfrascarse en una despiadada pelea de derechos y lenguas que los llevó hasta las raíces del incanato.
Bellido se lució en su perorata populista por más de tres horas, enumerando proyectos y programas de gobierno que suenan bonito y que arrancó el aplauso de sus huestes, pero que no dijo cómo lo harán, ni de dónde saldrán los recursos para los proyectos viales o la emergencia en Educación.