Parece que las “masas” tienen un efecto narcótico en el presidente Pedro Castillo, que lo catapultan inconscientemente a su estado primigenio de dirigente gremial.
En el sur, frente una bulliciosa concurrencia que asiste más por curiosidad o porque los llevan, se le ocurrió convocar a todos los peruanos a una “gran movilización” por la educación. ¿Qué… va a protestar contra su propio gobierno? ¿Olvida que él es el presidente y quien puede dar soluciones?
Se le ocurrió, igualmente, afirmar que pedirá al Legislativo aprobar una ley que rebaje las tarifas eléctricas… ¿puede hacerlo considerando que estas son empresas mixtas? No sabemos qué más se le ocurrirá, además de la repartición populista de bonos, como si las bóvedas estatales no tuvieran fondo. El problema es que Castillo sigue pensando, actuando y gestionando como dirigente, no como presidente.
Las consecuencias de esta confusión de roles, contradicciones y populismos desbocados es que afecta la inversión y a todos los peruanos generando falsas expectativas y desconfianza… ¿Será que Castillo no tienen un plan de gobierno coherente, ni una ruta establecida y la improvisación es su tabla de salvación?