La política en el país en las últimas décadas ha sido infestada por personajes funestos y corruptos, quienes pugnan sin remordimiento y descaro por réditos políticos y plata como cancha, sin importarles arrasar con el prestigio de nuestras más emblemáticas instituciones. De allí que cause pánico a muchos peruanos que la Fiscalía haya sido politizada y esté siendo utilizada por abyectos personajes para traficar con la justicia.
Las consecuencias de este estado de putrefacción institucional es el desprestigio y la desconfianza que, como país, estamos dando a la inversión privada, pues el caso de la Fiscalía no hace sino petardear el esfuerzo del gobierno por atraer la inversión privada. Con este escándalo, ¿quién garantiza a las empresas extrajeras que sus contratos, propiedad e inversión será respetada?
Frente a ello, muchos ciudadanos sienten impotencia y rabia al conocer que nuestras instituciones que garantizan el imperio de la ley-, estén capturadas por malos políticos que se disputa el poder en vendettas secretas, de allí que los capitales nacionales y los jóvenes talentos estén fugando a otros países en busca de mejores oportunidades para vivir y trabajar.