Para muchos conspicuos peruanos el escándalo de la “vacunagate” que compromete a muchos políticos podría ser solo la punta de iceberg de un problema mayor de corrupción en torno a la compra millonaria de vacunas para el Perú; además de poner en entredicho o en riesgo la fase clínica y la compra misma de vacunas del laboratorio Sinopharm en el país.
Por lo pronto, ya se levantaron algunas voces que exigen se declare inválido o se suspendan los ensayos que el laboratorio chino hace en nuestro país, pues el objetivo no era vacunar a políticos, administrativos, choferes, etc., sino a los profesionales y personal médico que está en primera línea de combate contra la pandemia. Es decir, si querían resultados se hubiera hecho el ensayo con quienes están expuestos, no con quienes están en sus casas.
Otra de las observaciones es el pedido de revisar los acuerdos del Perú y los laboratorios, puesto que este escándalo ha levantado sospechas de que se estaría pagando más por una vacuna con menor eficiencia que otras y favoreciendo a un laboratorio o a terceros. Las dudas son válidas, hoy más que nunca.