El problema de criminalidad en Ecuador (que debe ser una clarinada de alerta para el gobierno peruano) se gestó durante los últimos cinco años; pero como ocurre en el Perú, no se le prestó atención, porque creían que eran bandas delictivas comunes, sin percatarse que se trataba de organizaciones criminales con ramificaciones en varios países del continente, dedicadas al narcotráfico; la minería informal; las extorsiones; trata de personas (prostitución), tan igual como hoy ocurre en el Perú.

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Y lo que estos delincuentes buscan no es el poder sino vulnerar la autoridad del Estado y el control de territorios y actividades ilícitas, es decir, forzar al gobierno a ser permisible con el tráfico de drogas, minería informal, la prostitución y el manejo de las cárceles. Según investigaciones policiales, algunas de estas organizaciones criminales ya operan en Piura.

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Se ha detectado incluso que hay cierta relación binacional con el tráfico de municiones, granadas y armas de fuego; algunas de ellas pertenecen a las FF.AA. Ojalá que lo sucedido en Ecuador sirva para despertar al adormecido gobierno peruano, pues aquí hasta los penales ya están en manos de las mafias organizadas.