En Florida, Estados Unidos, aumenta el número de muertos, en medio de la desesperación de sus habitantes que lo perdieron todo tras el paso del huracán Ian . Hay comunidades completamente devastadas, sin electricidad y hasta sin agua ni comida.
Después del huracán Ian, la isla de Sanibel no solo quedó devastada, sino también aislada. La extensión de los daños impresiona: viviendas y carreteras destruidas por la arena y el lodo. Algunos regresan en bote para ver lo que Ian les dejó.
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“Es horrible, caminas por las calles y ya ni siquiera puedes reconocer qué calles son. Es una tragedia”, dice Ryan Jankauskas, uno de los residentes de Sanibel.
Otro panorama se vive en ciudades aledañas de la costa. En el centro de la ciudad de Fort Myers, las labores de limpieza avanzan a toda marcha, ya fueron despejadas las calles. Sin embargo, aún hace falta mucho por hacer.
Los residentes siguen sin luz, aire acondicionado ni provisiones. Por eso, hasta la empresa privada se suma a los esfuerzos por llevar ayudas a las comunidades afectadas.
Todos lo agradecen, como Justo García, a quien el huracán Ian le afectó su apartamento y su carro. Dice que se quedó con lo que tenía puesto.
“Fue horrible, se me inundó la sala y todo. Del lado de allá, tiene 11 pisos ese edificio, volaron los cristales”, explica García.
Pese a la situación, entre los residentes hay esperanza. Poco a poco buscan la manera de regresar a la normalidad. Sin embargo, en el área de la playa, rescatistas batallan con una destrucción que supera el 90% de esa área.
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