¿Cuáles son los síntomas?, ¿todos los cuadros se complican?, ¿tendré secuelas luego de mi recuperación?: tres pacientes recuperados cuentan sus experiencias.
“No imaginábamos que tuviera COVID porque uno siempre piensa que no le va a dar. Primero tuvo síntomas de gripe leve y pensamos que solo sería eso, pero una mañana se puso a lavar su ropa, le cayó un poco de agua, y en la noche ya tenía demasiado malestar. Al día siguiente, el doctor vino a casa y mi mamá tenía una saturación de 91, bajísima”, contó Anabela, hija de Antolina (81), quienes tuvieron coronavirus el año pasado.
De todos los miembros de la familia, su madre fue la primera en caer -y la única en complicarse- el pasado noviembre: la enfermedad le costó una estadía de un día en una clínica y 10 en un hospital, además de una fibrosis pulmonar que le impedía respirar.
“Me puse mal, me faltaba el aire, me puse muy nerviosa, no tenía ganas de caminar, tenían que jalarme. Me pusieron oxígeno ni bien llegué al hospital y tuve una diarrea muy fuerte, que también me debilitó. Perdí el olfato y no sentía el sabor de la comida”, explicó Antolina.
Aunque la enfermedad no la llevó a una UCI y tuvo la suerte de solo tener un día de fiebre, sí que le dejó secuelas. Estuvo en silla de ruedas casi dos semanas y le costó mucho retomar sus actividades, sin contar los fuertes estragos emocionales. “Ahora me pongo muy sensible y prefiero ya no recibir a nadie, ni a mis hijos, aunque me dé pena, pero será así hasta que me pongan mi vacuna”.
Ese fue el caso de esta familia, mientras que para Soraya (52), la situación se complicó significativamente, pues ella no solo fue afectada por el virus, sino que previamente había sufrido un infarto.
“Era 9 de mayo, cuando fui trasladada al área COVID. Los siguientes fueron días terribles, mucho dolor muscular, fatiga, inapetencia, llagas en la boca y una fiebre interna me quemaba. Mi saturación bajó hasta 63, pues el virus me había producido una neumonía”, narró.
Sí, tuvo que usar un ventilador mecánico para salvar su vida, pero logró vencer a la enfermedad y fue dada de alta el 29 de ese mismo mes. “Para ese día, yo ya estaba caminando de nuevo y todo el personal médico se sorprendía de mi recuperación”.
Secuelas
El representante del Colegio Médico, quien también sufrió de COVID, Julio Barrena, hizo énfasis en que todos los pacientes recuperados deben hacer un seguimiento del estado de sus órganos, pues el virus es sistémico, se instala en todo el cuerpo, y puede causar otras afecciones, además de las pulmonares.
“Luego de que me recuperé, descubrí que tengo el hígado afectado, aunque no sé si fue a causa del virus. Por eso, debemos hacernos un seguimiento posterior y recordar que podemos reinfectarnos, no podemos dejar de cuidarnos porque en Piura es probable que ya estén circulando otras variantes de la COVID-19”, dijo.
Barrena señaló que los síntomas habituales del coronavirus son presión en el pecho, fiebre, tos, pérdida de olfato y gusto, diarrea y, en algunos casos, enrojecimiento de los ojos. Además, recordó que la ciudadanía debe contar con un oxímetro en casa, de manera preventiva, y acudir al hospital si la saturación baja de 94.