Viceministra de Gestión Pedagógica no incluye a la Educación Religiosa en competencias que se evaluarán en el año 2021.
Para el próximo año, el dictado del curso de religión en los colegios nacionales no será obligatorio sino algo opcional.
Esto se interpreta de la resolución Nº 193-2020 de la viceministra Diana Marchena, del 11 de octubre, en la cual no aparecen las competencias del área de Educación Religiosa.
La norma aprueba el documento denominado “Orientaciones para la evaluación de competencias de estudiantes de la educación básica en el marco de la emergencia sanitaria por la COVID-19”.
En la selección de competencias aparecen las áreas de Comunicación, Matemática, Personal Social, Ciencia y Tecnología, entre otras, pero menos Educación Religiosa.
El documento explica que se eligieron estas competencias porque permiten responder a los impactos de la coyuntura actual y ayudan a sentar las bases para la educación ciudadana, además de que son factibles de alcanzar.
El resto de competencias queda a criterio de cada institución educativa.
Polémica
La decisión ha generado de inmediato la reacción de la Oficina Nacional de Educación Católica (ONDEC) que advierte que se vulnera el principio de formación integral del alumno.
“Nos preocupa el hecho de no considerar la formación integral de los mismos al priorizar unas áreas y dejar sin efecto otras. Así mismo, no olvidemos que la formación integral considera la dimensión espiritual de la persona”, refiere la oficina en un comunicado.
En Piura, el Colegio de Profesores advierte que la norma genera incertidumbre sobre el futuro de 500 docentes de educación religiosa que laboran por horas en los diferentes colegios de la zona urbana.
Esta cifra abarca los maestros que tienen a cargo más de un centro educativo en la sierra de Piura.
“Lamentamos que la resolución no considere el área de Educación Religiosa de manera clara y precisa en la selección de las competencias evaluables. Esta situación genera confusión y en muchos casos puede ser interpretada como restrictiva afectando la condición ordinaria del área”, cierra el comunicado de ONDEC del 28 de octubre.
Prescinden
Desde el punto de vista de la Iglesia, existe una tendencia a prescindir de la formación religiosa así como se hizo con la Educación Cívica.
Refieren que la educación religiosa ayuda a establecer en la persona su código moral en base a ciertos límites.
“Tampoco vamos a decir que las clases de religión van a arreglar al país, pero por algo se empieza. Las criaturas tienen que saber que hay algo más que la salud del cuerpo y sus caprichos”, sostiene el sacerdote Miguel Medina.
Prioridades
Sin embargo, no todas las voces son en contra. La primera de ellas parte del mismo ministerio que refiere que es una adecuación del proceso de aprendizaje a un contexto de pandemia.
Esto en clara referencia a la educación remota para reforzar los contenidos de ciertas áreas.
Para los sociólogos, la norma no es excluyente sino que determina las prioridades de una educación remota, evitando la saturación.
Sin embargo, en el tema legal, la disposición del viceministerio de Educación iría en contra de acuerdos firmados con el Vaticano.
Uno de ellos es el Concordato firmado entre el papa Juan Pablo II y el expresidente Francisco Morales Bermúdez en 1980.
En uno de los apartados del documento señala la obligación del Estado peruano de incluir el curso de religión católica como materia ordinaria en el currículo nacional.
Si bien la resolución de la viceministra no hace alusión a estos acuerdos, sí señala que se debe enfocar la evaluación tomando en cuenta lo heterogéneo de la población escolar.
Hasta el momento, el presidente Martín Vizcarra ni el ministro de Educación han emitido una respuesta al pronunciamiento de los docentes de educación religiosa.
Datos
* Unos 500 docentes formados en los institutos pedagógicos laboran en el dictado del curso de educación religiosa.
* El Tiempo buscó el pronunciamiento de la directora de la ODEC Piura, pero evitó comentar.
* El pronunciamiento de la ONDEC circula en redes sociales para recabar el apoyo de la población.
Por. Frank García Guerrero
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