Lo que ocurre hoy con Harvey Colchado es un ejemplo del grosero manoseo político de la justicia y desprestigio que padece sistemáticamente la PNP.
Antes ya se había digitado desde Palacio el cambio de cinco comandantes generales; se despidió a un procurador y con ello se paralizó la investigación del caso Sarratea; se han cambiado a seis ministros antes de Willy Huertas, además del recorte de presupuesto al grupo especial de búsqueda de los prófugos, entre otras decisiones arbitrarias.
Si esto no es una clara obstrucción a la justicia… entonces ¿qué es? Es evidente que Pedro Castillo ha jurado venganza contra quienes lo investigan. Colchado es solo el chivo expiatorio, cuya cabeza quiere colgar en algún pedestal para que el resto de perseguidores retrocedan o abstengan de seguir con las seis investigaciones por corrupción que se le sigue.
Ya nadie duda que detrás de la persecución a Colchado está el propio mandatario y hasta es probable que esté pasando por encima del propio ministro Huertas, pues ayer, este, afirmó que desconocía de la orden de sacar y luego reponer al coronel. ¿Quién lo ordenó y luego se arrepintió por el escándalo que se armaría?
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