Estamos viviendo los efectos de un evento El Niño. Las condiciones son muy similares a las de los 1982 y 1997. Calor en invierno, “clima loco”, plantas que no producen, agua el mar con temperaturas sobre lo normal, lluvias fuera de estación y la incertidumbre de qué puede venir. Para esto hemos debido prepararnos. Sin embargo, El Niño nos vuelve a sorprender como lo hizo hace cuarenta años.
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En este sentido, el excongresista, Richard Arce, señala que el negocio no es la prevención, sino la reconstrucción. Es decir, dejar que la naturaleza dañe todo lo que pueda para que después haya donde trabajar. Y lo que es peor, trabajar mal.
El 11 de enero del 2022 la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC) informó que, durante el año 2021, se han invertido más de S/ 6.000 millones en la ejecución de obras, en las 13 regiones del país que fueron afectadas por el fenómeno de El Niño Costero. “El monto ejecutado el año pasado es 86% mayor de lo que se ejecutó en el año 2020 (S/ 3.225 millones), año en el que se debe tener en cuenta que las obras estuvieron paralizadas por un lapso de seis meses, debido a los efectos de la pandemia”
En el 2019, según la misma ARCC, se invirtieron S/ 2.475 millones. Es decir que en tres años se invirtieron 11.700 millones de soles. A ello hay que sumar lo invertido en el 2018, 2022 y 2023. De esa suma, cerca de dos mil millones se han invertido en Piura, pero todos sabemos que si llueve como en el año 1998 o el 2017 el río se va a salir y se va a inundar Tambogrande, poblaciones de Chulucanas, Morropón, Catacaos y el Bajo Piura. Los que viven cerca de las cuencas ciegas tendrán que salir nuevamente de sus casas porque lo prometido para evitar el desastre no se ha hecho o está a medio hacer.
En el caso del río Piura cada cierto tiempo se ejecutan intervenciones de descolmatación, pero la vulnerabilidad no disminuye.
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¿Cuál es el negocio?
Miguel Estrada, exviceministro de Vivienda, Construcción y Saneamiento, señala que por cada dólar invertido en prevención se ahorran siete en reconstrucción. Esto porque cuando llega el desastre, como pasa en Piura, lo primero que se contrata son máquinas para poner tierra y roca en las defensas del río, cisternas para sacar el agua de las cuencas ciegas, carretillas, motobombas y personal para atender la emergencia.
Lo que ahora se está haciendo es provisional, son pequeñas obras que luego se tendrán que ejecutar para darle a la ciudadanía una protección duradera. Ante ello, Estrada apunta a que el “problema es multidisciplinario, porque requiere de la ciencia, la economía, la ingeniería y la parte política, e interdisciplinario, porque para lograr resultados positivos, todas las partes deben llegar a un consenso”.
Sin embargo, si se toma en serio la prevención o se aplica la óptica de reconstruir, pero pensando en el futuro esto cambiaría.
Carlos Neuhaus, quien tuvo a cargo la construcción de toda la obra para los Juegos Panamericanos, señala que todos sabemos los problemas que tenemos, lo que nos hace falta es enfrentarlos y aplicar las soluciones, pero para ello se tiene que hacer cambios a nivel técnico y político, por ejemplo, en la Ley de Contrataciones del Estado que no facilita la inversión.
Río Piura
Todos sabemos que la ejecución de obras, en el Perú, tarda mucho. Ejecutar el Plan de Manejo del Río demoró cinco años. En el 2018 se elaboraron los términos de referencia para contratar al consultor. A fin de año se firmó el contrato con los españoles, pero en marzo del 2019 se rescindió el contrato, y luego se volvió a firmar con los españoles. Posteriormente se le entregó a los alemanes y finalmente a los británicos. En noviembre del 2022 se entregó todo el plan que tiene una serie de detractores.
En este plan se señala que las obras de protección de toda la cuenca costaría unos 4.300 millones de soles. Eso es menos de lo invertido por la ARCC. Con esta inversión se evitaría daños de once mil millones y lo que es más importante, la pérdida de vidas.
Reconstruir cada vez que llueve se ha convertido en el gran negocio para un puñado de malos peruanos que prefiere optar por colocar puentes provisionales, defensas de arena, losas que se caen con una pequeña crecida del río, aulas prefabricadas y techos de plástico, antes que trabajar en la prevención, en obras duraderas y definitivas.