Decía el escritor Enrique López Albujar, que “el sol piurano penetra hasta las cuencas de los ciegos. Es una obsesión”.
Interpreta que ese sol inclemente y la “chicha de jora” son los causantes de una maldición llamada ataraxia… mejor dicho: nos pone desganados, impasibles e indolente frente a los problemas que desfilan ante nuestros propios ojos.
Tal vez el escritor tiene razón, porque aquí en Piura, citando a otro gran escritor piurano, Luis Felipe Angell, Sofocleto, todos los políticos y funcionarios del gobierno de turno nos quieren pasear o nos ven la cara de cojudos.
Solo para recordar que desde el 2017, cuando la ciudad se inundó y el río Piura hizo estragos a lo largo de su cauce; llegó por estos lares PPK prometiendo millonario presupuesto para la reconstrucción. Luego recaló Martín Vizcarra con un maletín repleto de ofertas populistas, incluso puso cifras a la reconstrucción: 7 mil millones de soles para Piura de los 24 mil millones que se gastaría para la reconstrucción de todas las ciudades afectadas por las lluvias torrenciales.
Ha transcurrido cinco años y la inversión no llega ni a los 4 mil millones. Nos han paseado en el tiovivo; nos ha mareado con las abultadas cifras; nos han confundido con presupuestos del Gobierno Regional, municipal y para la Autoridad Autónoma para la Reconstrucción.
Tan aturdidos andamos con los números que hoy, si le preguntan a algún funcionario o piurano sobre esta promesa, ya no sabe si llegó la plata o lo poco que llegó a cuentagotas es del presupuesto normal y anual de inversión de las instituciones estatales o es para la reconstrucción.
Ahora nos esteremos que el Ministerio de Salud (Minsa) sin más trámite ni explicación alguna nos ninguneó y robó el presupuesto que iba a ser destinado para la construcción del Hospital de Alta Complejidad de Piura, una gestión que venía de hace más de una década y que hasta el MEF ya estaba notificado de su presupuesto.
El presidente Pedro Castillo, que seguro está muy enterado de esta decisión, ni siquiera honró su palabra y promesa hecha este año en medio de las bulliciosas portátiles que lo recibían en esta tierra y simplemente nos desechó y apuñaló el sueño anhelado de tener un hospital de alta complejidad y así evitar el éxodo doloroso y ajetreado de cientos de pacientes hacia otros hospitales con mayor implementación.
Esto son solo dos ejemplos de las muchas promesas que por aquí nos hacen en tiempos de campaña los políticos y también los funcionarios de gobierno, pero que a la hora de hacerse efectivas, simplemente las desechan o se hacen los desentendidos, conscientes que nuestro problema ancestral y de idiosincrasia es nuestra desesperante pasividad e indiferencia.
Los políticos y funcionarios públicos están confiados en que a pesar que reduzcan el presupuesto de inversión; que nos quiten los hospitales o nos engañen con portentosas obras para la región y hasta nos roben el presupuesto público en nuestras caras; los piuranos no haremos nada, solo agacharemos la cabeza y seguiremos egoístamente con nuestros propios quehaceres y ocupaciones; adormecidos por el sol y por esa idiosincrasia perniciosa de tomar todo con indiferencia. Otra cosa son los sureños, a quienes cualquier gobierno les teme, pues si les hubieran “robado” un hospital, salen a las calles a exigir con energía sus derechos. En Piura, parece que a pesar de eso, todo seguirá igual porque hasta el frío nos amedranta.
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