No es un secreto que lo acontecido el lunes en el Congreso marca la diferencia entre el ejercicio decente de la democracia y el abuso del poder para la vacancia con argumentos hechos a la medida, de lo que les conviene de la Constitución, ignorando el principio de la presunción de inocencia que también lo contiene. Muchos peruanos respetuosos del orden democrático y de las buenas costumbres ciudadanas nos hemos quedado estupefactos ante este proceso de vacancia, que ha desnudado la total carencia de sentido común y conocimiento elemental de nuestra Carta Magna.
Hemos visto y escuchado las argumentaciones de los congresistas, y ninguno incidió en fundamentar el pedido de la vacancia y todo fue una juzgamiento, entiéndase, linchamiento, por que tal cosa no se hizo o se hizo mal, importando un bledo la justificación necesaria para que prosperara , como si todo se desarrollara de acuerdo a un libreto concebido, preparado y ejecutado por obedientes y sumisos, a cambio de oscuros ofrecimientos, siendo patética, por decir lo menos, la forma ridícula de la votación, risible en muchos aspectos, por las cándidas invocaciones al papá, a la mamá, a mis hijos etc., es decir cumplir el mandato a como diera lugar, pero de la solidez fundamental, nada
Se ha utilizado errónea y maliciosamente la figura de la incapacidad moral permanente sin que aún esté definida en forma clara, pues es una causal que exige muchos requisitos para que su configuración ; incluso, ni el Tribunal Constitucional se ha pronunciado al respecto. Entonces, habría que entender que se ha aplicado , seguramente, por los tres motivos del oidor, como diría Ricardo Palma .
El hecho, de por sí es triste, pero cierto, y por ser tan cierto es triste, pues se ha producido la vacancia arrasando con todos los principios constitucionales, e invocando lo que les ha convenido perjudicando nuestra democracia, y abriendo el abanico de temores y recelos por la forma y modo de lo producido, que denota un apetito de poder, seguramente, para satisfacer egos incontrolable.
Se ha lesionado la democracia, y puesto en peligro la institucionalidad y ojalá que los que ahora cantan victoria, no se vean asediados por aquellos que reclamarán el cumplimiento de lo ofrecido, por lo que no quedaría menos que sobrecogernos, ante lo que podría suceder.