Con el coronavirus estamos obligados a cambiar de hábitos, pero sobre todo a ensayar nuevas formas de saludo.
Hoy debemos sospechar del apretón de mano y del abrazo; igual, habrá que ahogar el deseo del galante besito en la mejía y rehuir a la unión de labios; es decir, a todo lo que tenga que ver con el roce de pieles.
Aunque parezca trivial, el saludo es una expresión importante en las relaciones humanas.
Es un gesto amical, afectivo y también profesional que las hemos llevado del apretón de manos al abrazo y también al roce a través del beso con matices diversos, dependiendo de las intenciones de los “sujetos”.
El problema es que el COVID-19 llegó para advertirnos que el saludo es su principal aliado.
¿Copiamos a los coreanos y japoneses? Algunos asiáticos expresan su saludo a través del ojigi, que es una reverencia o inclinación de cuerpo; sin embargo, en el Perú no será fácil remplazar la rutina del besito de mejilla, salvo que apuntemos a la palmadita o el besito volado, pero tendría connotación concupiscente y pondría en apuros a muchos.
Por lo pronto, habrá que adoptar el hábito de lavado profuso de manos y abandonar, por ahora, el seductor beso.