A Anahí nunca le gustaron las fotos, los flashes, los premios, ni protagonismos. Sin embargo, el inmenso aporte que ha hecho a la comunidad piurana y tumbesina, no tiene límite y sin que lo busque la fue colocando cada vez más en portada.
Hoy, hacemos un brevísimo alto y un memento por ella, para que allá en la Biblioteca celestial, sea breve también algún enfurruñado rostro de desacuerdo.
Partió cuando la pandemia empezaba a arreciar. De allí ahora, estamos seguros -en medio de este pandemónium actual-, hubiese promovido alguna salida creativa en beneficio de los lectores y usuarios de las bibliotecas públicas; como lo hizo a partir de la década del setenta.
Sus hijos y amigos atesoran los innumerables momentos felices que vivió en esta tierra que ella adoptó. Sus conocidos y colegas, guardan igual, la tenacidad y tozudez en el trabajo indesmayable por armar más de un centenar de bibliotecas que pongan a la lectura, la cultura y la información al alcance de todos.
Gracias Anahí, gracias por quedarte y por regalarnos esos espacios donde podemos soñar con ser mejores personas y gratitud eterna por transmitirnos esa tu ilusión. Descansa en paz amiga querida.