Es evidente que la corrupción impide el desarrollo humano. El dinero que se desvía a los bolsillos de los corruptos, priva de una buena infraestructura y servicios educativos a los niños de zonas deprimidas y contribuye a convivir con una sanidad pública limitada a extremos infrahumanos en el Perú Profundo.

¿Dónde está el gobernante central, el regional y los locales en quienes hemos depositado nuestra confianza para que cumplan las funciones de protectores y promotores del bien común? ¿Se olvidaron que fueron elegidos para que sean nuestros mandatarios y, como tales, deben cumplir los mandatos que nosotros los ciudadanos electores les encomendamos? Recuerden que los elegimos para que cumplan con sus promesas electorales. Y una de ellas es la lucha contra la corrupción como una de las grandes batallas que son signo de nuestro tiempo.

¿Por qué tanta demora (inmunidad, impunidad) para solucionar estos delitos que son persistentemente denunciados por los gremios magisteriales, como el Sutep?

Disculpen, señores gobernantes, pero esto ya huele a podrido. En el caso de la Región Piura, el responsable inmediato es el señor gobernador. Exija a sus hombres de confianza, den cuenta de lo que viene sucediendo en las UGEL de su jurisdicción. Los medios de comunicación ponen en evidencia los millones de soles que se vienen robando en las UGEL de Ayabaca, Talara, Morropón, etc. No nos olvidemos que la estupidez es una gran miseria, que en la vida hay que saber defenderse, que los seres humanos somos reconocidos por nuestras cualidades y que la nobleza del alma vale más que todos los discursos.

No existe justificación alguna para hacerse de la vista gorda y no tomar acciones inmediatas para sancionar a estos malos peruanos. El cáncer de la corrupción es tan letal como la COVID-19 y conviven.

Gobernantes de los piuranos, no olvidemos: “El hombre es responsable de sus actos; la experiencia es la que nos lleva a la verdad y es la piedra de toque de lo que afirman los sabios… solo podemos confiar en la justicia y en la providencia de Dios”. ¡Todo se paga en esta vida! Seamos leales y buenos pagadores. ¡Así lo exigimos! Gracias.