En las misas dominicales he observado que en las peticiones siempre se reza por la Iglesia, el Papa, los sacerdotes, el país, los pobres y afligidos, los humildes o los que sufren algún desastre, pero no recuerdo que alguna vez se haya rezado por los empresarios, los que invierten, los que arriesgan algo por hacer empresa, los independientes. ¿Acaso no existen? ¿O existen, pero no son necesarias nuestras oraciones?

Pareciera que como son “autosuficientes y tienen plata” (de por sí una noción equivocada) no es necesario que se rece por ellos. Pareciera también que, a juicio de los que no son empresarios, ellos son “explotadores y abusivos”. Así pues, no incluirlos en nuestras plegarias resulta una forma sutil de venganza.

Esa imagen del empresario “malo” es una total distorsión. Pareciera que no se llega a comprender que aquellos que emprenden un negocio corren riesgos y ponen su trabajo, capital, ahorros, bienestar, familia, tranquilidad en riesgo para lograr lo que muchas veces es solo un sueño que no siempre termina bien.

Hoy con esta terrible pandemia que nos agobia y en la que muchos afligidos empresarios han visto caer sus empresas (y sus sueños convertidos en pesadillas) se nota con mayor claridad la necesidad de rogar por todos.

La caída en el PBI, la cantidad de infectados, las muertes son todas “noticias que venden”. La noticia del empresario que apoya, que colabora, que vende oxígeno al precio normal, que apoya con mascarillas, que pone una planta de oxígeno a funcionar, vende menos. Hay muchos empresarios que siguen pagando a sus empleados del hogar, (aunque no acudan a su trabajo). Hay también muchos que hacen denodados esfuerzos por mantener sus precios y en lo posible mantener su planilla y su empresa caminando.

Claramente hay empresarios malos como también hay personas malas. No rezar por ellos es como no publicar noticias positivas. Es como dejar de reconocer que ellos son parte de la comunidad también y necesitan más el auxilio divino que el humilde, quien ya en razón de su condición probablemente tenga “alguito” más del cielo ganado (siempre y cuando sea también humilde de espíritu más que de dinero).

«Esfuérzate no para ser un éxito, sino para ser valioso » – Albert Einstein