Tras el escándalo de las reuniones secretas de Pedro Castillo, ahora salen a la luz los chats sobre su injerencia en los ascensos militares y que él y Bruno Pacheco, su exsecretario, negaron en todos los idiomas.
A este tráfico de influencia se les suman otros, como la relación del mandatario y los Dinámicos del Centro. Y como si esto no fuera suficiente, llega el descarado lobby contra Sunedu y la reforma universitaria.
El tema de fondo es que estos y otros escandalosos vaivenes casi permanentes de la política nacional han sumido al país en el desconcierto y la decepción. Según la encuesta de Ipsos, la percepción de los peruanos sobre el progreso personal cayó 10 puntos en los últimos seis meses; es decir, la misma cifra de retroceso del año 1991.
Las cifras revelan que no hay credibilidad en los políticos ni en el gobierno; se desconfía del manejo económico y lo que pueda ocurrir en el futuro inmediato con los excesos de populismo en el gasto público; de allí que muchos peruanos hayan sacado su dinero del país. Hoy se calcula que ha “fugado” más de 17 mil millones de dólares porque para más del 59% de peruanos, los políticos de hoy arrastran al despeñadero al país.