En la última movilización de apoyo a Pedro Castillo y contra el Congreso, la turba tenían en la mira a los periodistas. A estos los agredieron física y verbalmente en un abierto desprecio alentado desde hace tiempo por los políticos, pero acentuado en este gobierno por los continuos ataques y campañas de desprestigio que parten del propio presidente y su entorno, en un vano intento por ocultar sus delitos y actos de corrupción investigados por la Fiscalía.
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El problema es que estas personas, quizás cegadas por el fanatismo; porque les prometieron o dieron un trabajo, atacan, denigran e intentan reprimir un derecho inalienable de la persona, garantizado incluso en la Constitución de muchos países, como es el derecho a la información. Los medios, en función a ese derecho ciudadano, solo son las herramientas al servicio de la sociedad.
¿Qué hay malos periodistas?… lo hay, pero no por ello deben desechar y prescindir de un derecho que ha dado muestras de sacrificio para llegar a la verdad, aquella que los malos políticos y corruptos intentan negar con falsas acusaciones en perjuicio del honor de muchos periodistas y de las empresas periodísticas.
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