Se veía venir. La ineficiente gestión de la pandemia, que el Gobierno Regional insiste en no reconocer, nos está pasando factura.
Ante la reciente advertencia del Colegio Médico sobre un manejo más político que técnico de la estrategia contra el COVID-19 por parte de la Diresa, errores en las cifras oficiales y una inocultable curva de contagios en rápido ascenso -los nuevos casos se elevaron de 2.939 a 4.603 solo entre enero y febrero-, al Ejecutivo no le quedó más que incluir a Piura entre las provincias en alerta extrema.
Sin embargo, medidas como impedir que los ciudadanos salgan a las calles los domingos o ampliar el toque de queda desde las 9 p.m. no serán suficientes para revertir los contagios en ascenso, si no se hacen los cambios profundos que la situación amerita.
Las restricciones del nivel extremo han dado algunos resultados positivos en Lima, pero deben ir acompañadas de un estudio serio que permita saber la gravedad del problema al que nos enfrentamos y la real capacidad de respuesta del sistema sanitario.
Si en nuestras arterias urbanas y caminos regionales circula ya la temida variante brasileña de altísimo nivel de transmisibilidad, como sospecha el Colegio Médico, no hace falta esperar estudios que pueden tardar meses. Se debe reforzar la prevención ya. El Instituto Nacional de Salud acaba de confirmar que esta mutación ya está presente en Lima, donde es causante del 40% de contagios; entonces, no hace falta ser expertos para deducir que ya llegó también a Piura, dado el flujo de pasajeros que no se ha detenido en lo que va del año.
El Minsa no puede quedarse en lo puramente efectista y declarativo. El titular Oscar Ugarte debe enviar un equipo de técnicos que determine qué está fallando en la Diresa para aplicar los correctivos necesarios y un nuevo plan de contención. ¿Mejorarían las cosas si el Ministerio se hace cargo directamente de gestionar la lucha anti-COVID-19 en Piura?
Y es que las complicaciones sanitarias que nuevamente amenazan con colapsar el sistema sanitario y afectar la economía regional, no son casualidad. No olvidemos que en plena segunda ola, desde el GORE se dispuso separar al Colegio Médico del Comando COVID. En la vacunación se priorizó al personal administrativo y no a la primera línea. La lista de falencias es larga.