Si en los últimos años la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) ha concitado el interés del país al haberse convertido en un tradicional espacio para que los líderes empresariales, políticos y académicos discutan y propongan cómo encauzar el desarrollo empresarial, las políticas públicas y el crecimiento económico; en las actuales circunstancias, la expectativa de los peruanos es mucho mayor dada la gran necesidad de conocer con claridad cuál es el rumbo que debe tomar el país en el siguiente quinquenio, para que los ciudadanos sepan, por ejemplo, elegir con mejor criterio a los candidatos más preparados para hacer que el Perú vuelva a levantarse.
En ese sentido, uno de los frutos de este gran debate debería ser la elaboración de una agenda país viable y adecuada a los difíciles momentos que vivimos. Lograr consensos sobre cuál debería ser este derrotero no es nada fácil cuando enfrentamos tantas crisis juntas, entre ellas el tsunami político de Merino y compañía, cuyos efectos aún sentimos y tendrán repercusiones a futuro.
La idea acuñada durante la gestión de Martín Vizcarra, de que las actuales crisis sin precedentes requieren medidas excepcionales, debe concretarse en la actual administración política.
Dada la trascendencia que tendrán tanto las propuestas formuladas para enfrentar las profundas heridas dejadas por la pandemia en lo económico, sanitario, social, etc., así como las medidas que desde el 28 de julio deberán emprender las próximas autoridades, debates como CADE y otros espacios de similar trascendencia deben dejar de ser simples tertulias retóricas para aportar verdaderas soluciones para sacar al país del entrampamiento.
Es positivo que a pesar de lo complicado de la situación debido a la presencia de una segunda ola de contagios, el Banco Centra de Reserva y el MEF sigan manteniendo su expectativa de que la economía peruana crecerá más de 10% este año y que el país se recuperará más rápido que otras naciones del continente.
Sin embargo, conviene que se explique claramente a los ciudadanos cuál será la estrategia para remar seguros en tiempos difíciles y cuál será la senda que deberá seguir el próximo gobierno. A situaciones excepcionales, medidas excepcionales, pero cuidado con lo idílico.