Sí a alguien se le antoja salir después de las 9 de la noche y en pleno toque de queda, no pasa nada. Las FF.AA. solo están en los puentes y no exigen el permiso de circulación, pues todos transitan con normalidad.
En la periferia de Piura y Castilla la situación es casi normal, por allí no hay toque de queda, pues los negocios, restaurantes y una que otra fiesta sigue como si no existiera la COVID-19.
Es obvio de con solo el ulular de las sirenas por las calles y uno que otro operativo en bares o fiestas, cuando los vecinos denuncian, no se controlará a la población. Se hace evidente, también, la falta de fiscalizadores, personal policial y recursos para patrullar toda una ciudad donde la población parece no entender el peligro al que nos enfrentamos.
Si los piuranos no colaboramos respetando el toque de queda, evitando las aglomeraciones y la distancia social, entonces cualquier esfuerzo que se haga por evitar la propagación del coronavirus está demás. Un poco más de civismo, respeto y consideración por la vida de quienes han muerto o están en los hospitales no es pedir mucho.