Con el pedido de vacancia del presidente por el caso Swing los integrantes del Congreso, evidenciaban su imperiosa necesidad de hacerse con el poder del ejecutivo; el presidente debía caer, fue la consigna y se materializó en un segundo pedido, esta vez justificado en ese criterio de moralidad tan sublime y fugaz que esta en boca de cualquier insensato y, en la infranqueable bandera manchada [ahora con sangre] de la lucha contra la corrupción.
Una semana difícil para el país, para la democracia, para los derechos fundamentales. Quedan desnudas las falencias del Estado, de la clase política y de nosotros como sociedad. Después del domingo, será fácil criticar y opinar, pero se deberá evaluar quien se opuso a la decisión del Congreso de vacar ilegítimamente a un presidente en medio de una crisis económica y sanitaria.
El mal no está solo en el señor Merino o Vizcarra, está en la ambición de quien llega a ser funcionario público, en el desdén por el servicio y, en el poder mismo. En una sociedad que acepta resignada. En la insensatez de pensar que luego del partido de futbol todo iba regresar a la calma. Son las universidades privadas y públicas que no han dicho nada sobre la vacancia. Es el Poder Judicial, donde más importan las estadísticas que los derechos fundamentales y donde la independencia es un mito.
La excusa para el silencio no puede ser: es una decisión política. Esto dejó de ser solamente político cuando afecta la estabilidad de la democracia y cuando se cargan la Constitución de manera impune. Esto dejó de ser una cuestión política cuando mueren personas destrozadas en las calles como consecuencia de una represión policial que existe y nadie quiere ver. Esto dejó de ser una cuestión política cuando se usa el aparato de justicia para censurar moralmente a un presidente. Para algunos, sus convicciones están por encima de un cargo o trabajo, para otros el silencio o la aquiescencia con un sistema perverso, es la mejor opción.
Aquí no se trata solo de decir aprende a votar para que no tengas estas autoridades. Se vota por quienes se nos permite votar. Vivimos con una policía represiva, con un Poder Judicial que no controla y sin control, con un Congreso sin legitimidad, con presidentes que puede ser cuestionado con fundamentos vacuos. El problema es nuestra débil democracia, que no se respetan los derechos fundamentales y que las instituciones no funcionan como deberían.