Es sorprendente escuchar los argumentos de defensa de los zurdos en favor de los vándalos y azuzadores, calificándolos de “pacíficos manifestantes que lo único que buscan es la renuncia de Dina Boluarte; elecciones generales inmediatas; el cierre del Congreso y la elaboración de una nueva Constitución”.
Esa es la tesis que esgrimen, pero su objetivo principal es la conquista del poder.
Es esa extrema izquierda que nos quiere hacer creer a los peruanos que sus frustraciones y resentimientos les da derecho y libertad para secuestrar poblados; tomar aeropuertos; quemar (estratégicamente) sedes del poder judicial y comisarias; bloquear carreteras; atacar con armas artesanales y asesinar a policías.
Un buen peruano no destruye su propio país, ni deja morir a otro compatriota cerrándole las carreteras o provocando a las fuerzas del orden para luego victimizarse y acusar a la Policía y el Gobierno de ‘genocida’. Lo que deben decir los zurdos es que parte de esa violencia es su herramienta política para “alcanzar el poder y la transformación social” como lo dice Karl Marx, fundador del pensamiento socialista y al que siguen como corderos.
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