A cuatro días del pedido formulado por el Tribunal de Honor del Pacto Ético Electoral (PEE) para que los candidatos eviten ataques personales, hoy a las 8:00 p.m. cinco de ellos, Yonhy Lescano, George Forsyth, Keiko Fujimori, Verónika Mendoza y Daniel Urresti, participan en uno de los últimos debates presidenciales televisados, a solo tres semanas de las Elecciones, teniendo la oportunidad de honrar su compromiso hecho:
Guardar el “respeto recíproco entre candidatos y candidatas y sus organizaciones políticas, descartando cualquier tipo de violencia, agresión, acoso, insultos y ataques personales, garantizándose un clima transparente y pacífico en torno al proceso electoral”.
Ante un electorado cansado de ver a diario no solo insultos sino triviales contrapunteos entre entrevistadores y candidatos sobre temas anodinos, es responsabilidad de los postulantes y organizadores del debate elevar el nivel de la discusión. Hoy millones de familias agobiadas por la seguidilla de crisis que perfora sus bolsillos, esperan no ver más de lo mismo, sino soluciones claras y razonables; propuestas inteligentes y viables para encarar los tres principales problemas que impiden volver a enrumbar el país en los próximos cinco años: ¿Cómo acabar con la pandemia, recuperar el crecimiento económico y recuperar el tiempo perdido en educación?
Esperamos que hoy los aspirantes al sillón presidencial estén a la altura y propongan, por ejemplo, propuestas para hacer efectivas las reformas del servicio civil que beneficie a todo el sector público; y que nos digan qué medidas aplicarían en un eventual gobierno suyo, para acabar con la corrupción en todas las instancias del Estado y reducir los alarmantes índices de delincuencia.
No pueden dejar de proponer medidas fiscales y tributarias para un manejo adecuado de las finanzas públicas en medio de la desaceleración económica, así como acciones concretas en materia de productividad y competitividad, motores necesarios para impulsar el crecimiento y el progreso social en los próximos años.
Es urgente -porque de ello depende el futuro del país-, resolver la difícil incógnita sobre cómo elevar la calidad de la educación en los niveles básico, regular y universitario, así como qué medidas implementar para revalorar la carrera docente.