Nos quejamos a menudo de tantas conductas indiferentes de nuestros jóvenes, renegamos porque viven inmersos en su mundo virtual o porque no nos escuchan, pues siempre traen puestos los audífonos. Pero, frente al contexto que vive nuestro país, nuestros jóvenes nos demostraron lo contrario: su deseo de cambiar el mundo y de luchar por las injusticias, les llevó a tomar las calles y a empuñar su bandera clamando un alto a la corrupción, buscando la defensa de la democracia.
Nos encontramos frente a uno de los momentos más difíciles de nuestra historia y esa misma historia nos demuestra que los jóvenes han acompañado al Perú en muchas situaciones difíciles, como en 1879 lo hicieran los estudiantes sanmarquinos, también llamados ”carolinos”, frente a la invasión chilena durante la Guerra del Pacífico.
Los alumnos de San Marcos levantaron su voz de protesta y se unieron a los estudiantes de la Escuela Militar, formando la Legión Carolino-Militar. Ya para 1881, Lima se encontraba sitiada y se libraba la batalla de Miraflores. En esta ocasión, los jóvenes sanmarquinos no solo combatieron, sino también se organizaron en la llamada “Columna Independencia”, en la que farmacéuticos y estudiantes de medicina con algunas ambulancias se constituyeron en pleno campo de batalla.
Hoy, a nuestros jóvenes les tocó vivir nuevamente tiempos complicados, por ello, dejaron a un lado sus audífonos y su temor a los riesgos; se pusieron la camiseta de superhéroes y salieron a defender su identidad como peruanos, su derecho a vivir en democracia, cansados de la incertidumbre, la decepción y el escepticismo que invade al país.
Me apoyo en las palabras de monseñor Carlos Castillo Mattasolio, arzobispo de Lima: “No les robemos las esperanzas a nuestros jóvenes”, y es que ellos necesitan ver un país donde la paz, la honestidad y la justicia se den la mano. No más jóvenes héroes de innecesarias batallas: nos corresponde cuidarlos porque ellos tomarán las postas del futuro de nuestro Perú.