No sé qué te llevó a expresarte de esa manera tan penosa de Mí; nada es más penoso que saber que los hijos no conozcan a sus padres, y no solamente eso sino que tengan un concepto tan equivocado como falso; Yo no Soy para nada ese Dios del cual te has referido. Usaré tu frase favorita: Yo Soy.
En segundo lugar, creo y te aclaro que, si has llegado a esa expresión dolorosa e insolente es porque no me has conocido realmente; no se debe hablar de alguien que no conoces, es imprudente e irresponsable; quizá alguien o algo te ha llevado a experiencias frustrantes en tu vida y de las cuales no tengo ninguna culpa; seguro has experimentado situaciones dolorosas y traumáticas que te han empujado a blasfemar; no me culpes si alguien te hizo daño Ricardo, Yo no he sido, Yo amo a todos mis hijos, también a ti y por ello me duele que hayas llegado a esa afirmación que no va a tono con tu gran capacidad e inteligencia.
No obstante tu expresión, quiero rescatar que, en medio de tanta negación de mi existencia y en esta sociedad materialista e inmanentista, tu afirmación reconoce mí existencia: que *Yo Soy* (Ex. 3,14), que sí existo; aunque creas que mi presencia no es agradable, por lo menos has hecho una profesión de fe, tú si crees en Dios y ese es ya un buen primer paso.
Como eres inteligente, te darás cuenta que la definición de Dios implica la perfección, justicia, sabiduría y amor, cosas que contradices con la segunda parte de tu afirmación; Yo no soy ese Dios que molesta, fastidia o malogra la vida de los hombres, todo lo contrario, millones de personas a lo largo de la historia lo atestiguan, cientos de pruebas de mi existencia amorosa lo testifican, el que tú no lo veas no significa que no lo sea; te invito a conocerme, si me conocieras de verdad te convertirías en un buen discípulo mío, necesito que me experimentes, mi Palabra es un camino para ello, también la humildad y la modestia, despójate de tu fama o por lo menos no dejes que ella te nuble el juicio.
Finalmente, ruego a todos los creyentes a anunciar mí existencia más que con palabras, con su propia vida; a los clérigos de todo rango, que se dediquen a lo suyo, cuánta gente se habrá alejado de MI por sus incoherencias y pecados, *sean misericordiosos como Dios Padre es misericordioso* (Lc. 6,27) déjense de moralismos y ritualismos, no medren la Iglesia.
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