La crisis en Piura no se refiere únicamente a la situación de las calles, las viviendas o a los fenómenos atmosféricos -que, pese a ser cíclicos, siempre nos encuentran en la peor vulnerabilidad-, sino también a la situación de la salud y la educación.
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Aulas inhabitables, profesores que no pueden llegar a los colegios porque las vías están interrumpidas y enfermedades que se han convertido en un verdadero suplicio para miles de familias son parte de ese escenario desolador al que, lamentablemente, parecemos acostumbrados así como a la inacción de nuestras autoridades.
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A veces ocurre que no miramos más allá de nuestras fronteras inmediatas y no nos enteramos de lo que ocurre en otras provincias, quizás no muy lejanas en términos físicos, pero sí desde nuestras perspectivas mentales. En Sullana, informó este diario, hay maestros que no pueden hacerse cargo del dictado de clases porque las quebradas dificultan o imposibilitan el tránsito. ¿Qué solución ha dado la Dirección Regional de Educación? Nada más que esperar a que todo se normalice para continuar con el calendario escolar, a pesar de que proceder únicamente de esa manera es una bofetada a los derechos de los estudiantes; ni siquiera la virtualidad es una opción debido a la pobre señal de Internet. Nosotros, periodistas, no tenemos una solución bajo la manga, pero alertamos de lo que ocurre e invocamos a las autoridades a implementar alguna salida para esta crisis.
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En el campo de salud, la cosa empeora. Afirma la Diresa que ha desplegado un equipo de abatizadores que acuden a determinados puntos en fechas específicas; sin embargo, los casos globales de dengue superan los 9.000. Seis mil de los contagiados son niños. La estrategia de Diresa ha fracasado y se necesita otro plan para enfrentar al zancudo. ¿Han visto cómo ha crecido la hierba en los parques de Piura? ¡Esos son hábitats del zancudo! ¿Alguien ha propuesto una poda? Nadie, aquí seguimos esperando que las cosas ocurran por milagro a pesar de que hay gente enferma y desprovista de bienes a causa de la naturaleza.
La convivencia con la naturaleza, precisamente, es otro punto negativo: parecería imposible que en pleno siglo XXI no hayamos ideado la manera de contener la fuerza de las lluvias, los desbordes y los huaicos. ¿Nos hemos acostumbrado a la inercia?