La baja cantidad de pacientes hospitalizados con COVID-19 y la vieja costumbre peruana de minimizar el peligro y no hacer prevención, llevaron al Estado y a los piuranos a confiarse y descuidar la lucha contra el pandemia.
Esta nueva arremetida del virus encuentra a la región con un relajo generalizado en los ciudadanos quienes se olvidaron del distanciamiento, de la mascarilla y de los vacunatorios que lucen vacíos; la cuarta ola confirmada por el Minsa nos encuentra sin infraestructura ni personal médico suficientes para hacer frente al preocupante incremento de nuevos contagios que en pocas semanas han pasado de cuatro a 23 diarios.
Como se sabe, el pasado mes de marzo EsSalud desactivó la Villa COVID instalada en el Hospital Cayetano Heredia de Castilla; para esta medida el directorio de la institución adujo la disminución de pacientes y no contar con presupuesto para seguir cubriendo el medio millón de soles mensuales por mantenimiento. Adicional a ello, progresivamente se fue despidiendo a decenas de médicos y enfermeras contratados en la modalidad CAS.
El Gobierno Regional, por su parte, ni siquiera esperó que bajen los índices de contagios. En abril del 2020, en plena pandemia, la Dirección Regional de Salud (Diresa) cesó a 67 trabajadores de diferentes centros de salud que laboraban por la modalidad de Contrato Administrativo de Servicios (CAS), entre ellos 41 enfermeras. A ello se suma la no renovación de contratos al personal de diversos establecimientos.
Después de perder a sus familiares, amigos o vecinos, luego de clamar por cupos en las UCI o formar cola para comprar balones de oxígeno de hasta 6.800 soles cada uno, los piuranos exigen que el Minsa, EsSalud y el Gobierno Regional se pongan de acuerdo para hacer un diganóstico del avance de la pandemia en Piura y diseñar un plan contra la cuarta ola, en función de este nuevo escenario. Urge identificar fortalezas, como la experiencia del personal que trabajó en primera línea y debe volver a ser contratado; pero también debilidades mayúsculas, como el egoísmo de algunos funcionarios del hospital Santa Rosa que en lugar de contratar médicos para salvar vidas, prefirieron subirse el sueldo en plena emergencia.
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