Más allá de saber quién miente o no acerca del dinero para la emergencia por El Niño, lo que le importa a la ciudadanía en este momento -sobre todo a la que se encuentra en las zonas más castigadas por las lluvias- es ver quién se hará cargo del problema.
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Las responsabilidades son compartidas: unos dirán que nunca les dieron dinero; otros dirán que la etapa de prevención estuvo a cargo de las autoridades locales y regional, y así en un largo etcétera. Pero ahora, hundidos hasta el cuello en el problema, urge saber quién dirigirá y se hará responsable de las acciones más urgentes.
La población piurana parece haber comprendido que los alcaldes y el gobernador no son las personas idóneas para resolver los temas más graves relacionados con la inundación; esto se debe no a una incapacidad inherente de nuestros gobernantes locales, sino a varias trabas y restricciones en lo que respecta al presupuesto que estas instituciones manejan.
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Además, las gestiones salientes han contribuido a esta pérdida de confianza con sus pésimas obras; sus pistas de barro y pintura; los huecos cubiertos por el agua; las tapas de desagües rompiéndose e históricas infraestructuras a punto de venirse abajo. Si en tiempos de calma los municipios no pudieron hacer mucho -prácticamente, nada-, ¿qué harían hoy las nuevas gestiones, muchas de ellas sin experiencia previa en gestión pública? Antes que emplear técnicas de ensayo y error, sería pertinente que el Gobierno central tome en sus manos la emergencia y las obras demandadas por la ciudadanía.
La actual temporada, por su propia naturaleza y comportamiento, no es un fenómeno con el que se pueda lidiar de manera sencilla. Hay quienes niegan que esto tenga relación con El Niño, y hay quienes ven un Niño tardío en acción. Como fuere, si queremos enfrentar a este fenómeno con diligencia y desde las municipalidades o el GORE, se debe establecer criterios y protocolos que permitan a los Gobiernos locales actuar como la ciudadanía espera. Pero crear ese marco legal toma tiempo, y las poblaciones que lo han perdido todo y las que aún lloran por sus casas, no pueden esperar más; corresponde a la más alta esfera hacerse cargo. Dina Boluarte, presidenta, entérese.