Ya hemos gastado mucha tinta diciendo que la actual gestión del GORE brilla paradójicamente por su mediocridad llevada a niveles de inverso virtuosismo.
Sin embargo, en ese afán de superarse a sí mismos, los funcionarios encargados de la salud pública hasta el momento no reparten los 20 ventiladores entregados por el presidente Vizcarra. Dicen que les falta algo, que están incompletos, que no hay generador de luz. Con tanta queja, nos preguntamos: ¿hemos votado por gestores o por plañideros?
Lo que ocurre se puede explicar de un modo mucho más sencillo: seguramente, en el sector privado, en sus asuntos particulares, los profesionales del “comando COVID regional” y los asesores de la gestión de Servando García son muy buenos. Quizás brillantes. En la gestión pública no dan la talla. No es la primera vez que se descubre que no cumplen con sus funciones, aun cuando la vida de miles de personas depende de sus decisiones y actos. Primero fue la medicina que el propio presidente encontró; luego, la Fiscalía siguió indagando y ahora hay 20 ventiladores botados a su suerte. No nos quejemos del centralismo si cuando nos tiende la mano le devolvemos una bofetada.
¿Qué hacer ahora? Si es verdad que los equipos están incompletos, pues hay que llamar al presidente de la República y hacérselo saber. Si los hospitales están en malas condiciones o, al menos, no son las óptimas para atender pacientes con COVID-19, también hay que comunicarlo. En Piura, sin embargo, gobiernan los mudos, los cabezas gachas, los medrosos, los quejumbrosos. Esta actitud indolente podría costarle mucho a la región en términos de vidas humanas.
No podemos seguir siendo el ejemplo de la apatía, sino que debemos ser tierra de mujeres y hombres proactivos. La sociedad civil debe moverse ya para lograr que los hospitales temporales funcionen y que la falta de espacio en los hospitales y clínicas -las que cobran lo justo, no las que lucran con la muerte- no sea un pretexto para que más ciudadanos pierdan la batalla frente a esta enfermedad que nos encontró peleados y desorganizados, en fáctica anarquía. Y si hay responsables políticos por esta situación, que se los sancione y se los ponga en el tacho en el que merecen estar.