El Ejecutivo evalúa jugar con las leyes del mercado e importar limón para hacer que este producto, tan querido y básico en la gastronomía y la salud peruanas, baje de precio. Al cierre de esta edición, este fruto de acidez proverbial alcanzaba el escandaloso precio de S/ 19 por kilo.
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Mientras muchos intentan recuperarse del sinsabor de haber escuchado al ministro de Economía, Álex Contreras, decir que habría que cambiar el ceviche por el lomo saltado -como si el precio del tomate o de la cebolla, o el de la misma carne de res o de pollo, estuvieran al alcance de cualquier familia-, el Gobierno ya empezó a trabajar en la pizarra la posibilidad de quebrar el mercado que, a su juicio -así se entiende, nuevamente, por la boca del mismo ministro Contreras- está dominado por especuladores. Todo es posible, más aún en un país sumido permanentemente en la incertidumbre económica y política, donde los sueldos un día valen algo y después son insuficientes para comprar limones.
No obstante, ¿es la importación de este fruto la salida a la crisis? Afirma el titular del MEF que se busca salvar la “soberanía del consumidor”. ¿Y la seguridad laboral y alimentaria del productor? Actualmente, hay una crisis gravísima en el campo, que con toda seguridad empeorará con el fenómeno El Niño. En esas circunstancias, ¿es pertinente quebrar la producción nacional en la búsqueda de una reducción de precios? Finalmente, si los comerciantes son sospechosos de especular con los costos, ¿no ocurriría lo mismo con el limón comprado al extranjero? Como dice el refrán, el remedio podría ser peor que la enfermedad.
Quizás los amigos del libre mercado, que últimamente pretenden dominar la discusión socioeconómica, dirán que la idea es brillante, que ya es tiempo de sepultar al proteccionismo a la industria local. Habría que recordar que nuestro país no es proteccionista y prueba de ello es que se pretende, casi sin asco y sin reservas, atacar al productor local -incluso corriendo el riesgo de ocasionar una crisis fitosanitaria debido a un probable relajamiento de los controles para traer con mayor celeridad los limones foráneos-. Y sí, es tiempo que también se piense en el agricultor nacional postergado, la posible base de una política de soberanía alimentaria.
