El Perú enfrenta un nuevo problema. Además de las lluvias, los riesgos de desbordes, los damnificados, el dengue, las enfermedades de este verano insanamente prolongado y la ininterrumpida crisis política, se suma a la lista de males el problema de los inmigrantes, un asunto que nos estalla en el rostros cuando vemos a los demás países de la región, todos limítrofes con el Perú, haciendo esfuerzos para expulsarlos de sus fronteras.
¿Quién pierde en este “peloteo”, sino el Perú? Nuestra (mala) fama de “buenos” y “acogedores” nos pone en el difícil dilema de seguir aceptando migrantes venezolanos de toda piel (algunos son de excelentes cualidades y de demostrada valía laboral e intelectual, mientras que otros solo vienen a reproducir sus malas inclinaciones, sus ladronerías y otros crímenes). Alrededor del país hay, por lo menos cuatro países que se reclaman socialistas o, por lo menos, afines a un sistema que busque adelgazar lo más posible la brecha que divide a los ciudadanos, mediante el intervencionismo estatal en aspectos claves de la economía y la sociedad.
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Sin embargo, ninguno de estos países, cuyos mandatarios se gastan hablando de la solidaridad con los pueblos oprimidos del mundo y los pobres, ha querido recibir a esta masa de venezolanos que han sufrido la desgracia de vivir bajo el yugo implacable de la dictadura madurista. La solidaridad, el apoyo mutuo y otros eslóganes cargados de demagogia desaparecen cuando el problema concreto llama a la puerta y se convierte en un peso para las economías de Chile, Bolivia, Brasil y Colombia.
El problema de los migrantes venezolanos precisa una solución política interna, pues el intervencionismo quebraría la sacrosanta idea de la libre determinación de los pueblos. No obstante, el Perú no está obligado a seguir aceptando refugiados que vuelvan incontrolables las políticas que permiten su adaptación a nuestra sociedad. La migración descontrolada ha traído como consecuencia el incremento de los crímenes, debido a que el Estado no tiene cómo hacer seguimiento a los recién llegados. El Perú no puede aceptar libremente un peso poblacional que no podría administrar con eficiencia. ¿Por qué Perú y Chile no concuerdan con llevar a los migrantes a Bolivia, un país supuestamente afín y “hermano”?