Si a esas bajas expectativas se le suma los factores inesperados que surgieron después como la conflictividad social e incertidumbre por el Niño, se entiende por qué la inversión privada no se recupera, la inflación no baja del 8% y el pollo sigue en alza.
Pero el incremento imparable del costo de vida no solo se deben a la pandemia y a las lluvias, muchos de los actuales problemas que afectan al bolsillo de los peruanos; también tienen que ver con el pésimo manejo de la economía desde el año 2017 en adelante, y una consecuencia de ello es que en algún momento después de la pandemia, el Perú llegó a tener cuatro millones adicionales de pobres. A este sombrío escenario hay que sumarle el incremento de la corrupción y la caída de la inversión.
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La pregunta es: ¿hasta cuándo se exigirá a los millones de trabajadores ajustarse los cinturones comprando todo más caro con sueldos que nunca suben? ¿Llegó la hora de incrementar la remuneración mínima vital hasta S/2.500 como ha propuesto la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP)?
Se lo preguntamos a especialistas como el reconocido economista Carlos Adrianzén, para quien sería un gravísimo error del Estado subir sueldos porque desincentivaría la inversión aún más. Coincide con otros expertos en que es un mayúsculo error querer solucionar la inflación y la baja del consumo con un mayor gasto público, no solo porque genera desequilibrio en el aparato productivo sino porque debemos tener cuenta que desde hace varios años el aparato estatal es muy permeable a la corrupción.
¿Cuál es entonces la salida al estancamiento del consumo y la inflación? No hay una receta mágica, es todo un proceso que pasa por generar un clima propicio para la inversión y generación de empleo, incentivar la formalización del empleo y flexibilización de normas laborales. Según el Banco Mundial, incrementar la productividad y su diversidad es la manera más rápida para acelerar el crecimiento, y esta se logra con la inversión privada y pública. Para ello es indispensable generar estabilidad política, el país no puede vivir en permanente zozobra; además urgen líderes con mayor sentido de urgencia para acelerar los cambios que requiere el país.