Bruno Pacheco ha decidido convertirse en aspirante a colaborador eficaz y las cosas parecen ponerse mucho más difícil para Pedro Castillo. ¿Esto replanteará el discurso del mandatario del martes? ¿Le habrá arruinado la “sorpresa” anunciada por el premier Aníbal Torres? Lo único cierto es que nuestra semana terminó con dudas, con pujas y vergüenzas, y la nueva se viene con revelaciones que quizás muchos ya intuyen.

Si algo caracteriza al Gobierno es su incapacidad para evadir las crisis: tras la votación para admitir el debate de la vacancia, llegó el bochornoso incidente en Chile y el “hermano Santiago”, pero mucho peor podría ser lo que Pacheco diga. Recordemos que, según lo confesado por Karelim López a la Fiscalía, el exsecretario de Palacio de Gobierno no estaba dispuesto a caer solo si las indagaciones de la justicia llegaban a los altos funcionarios. “No me voy a perjudicar solo”, dijo concretamente. ¿Qué es la política de los últimos siete meses sino un horrible tejido de complicidades?.

Es probable, sin embargo, que a pesar de la acumulación de pruebas y testimonios de la presunta implicación del propio presidente Castillo en actos ilícitos, a nivel político será poco lo que se haga: el Congreso, como ya se ha visto y no ha podido ocultar, también tiene intereses que cuidar y que, indudablemente, están ligados a la continuidad de esta gestión, a pesar de que no logra consolidar una política clara para el progreso nacional -ya quisiera Castillo y sus colaboradores políticos que su concepto de izquierda se acercase siquiera un poco al que parece emerger con Boric en Chile, que ha sido capaz incluso de condenar a Venezuela y a Rusia, los habituales aliados internacionales del socialismo criollo-; nuestros congresistas, llamados a ejercer control político en representación de la ciudadanía, quieren cobrar el sueldo, la escolaridad y la movilidad que el Estado les otorga.

Mientras tanto, ¿qué importa lo que ocurra en el país o si la corrupción termina de envenenar la promesa de “no más pobres en un país rico”?

Si queremos ver un verdadero cambio es preciso que, debido a la insostenibilidad del Gobierno, el presidente deje el cargo y convoque a elecciones generales. Solo así podría empujarse a la maquinaria política a trabajar en favor del ciudadano.

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