Luego de difíciles, violentos y dolorosos días vividos por todos los peruanos -especialmente los familiares de Inti Sotelo, Bryan Pintado y los estudiantes heridos defendiendo la democracia-, la corporación política, el Congreso y el nuevo Ejecutivo tienen el enorme reto de volver a unir al país y hacer que la población vuelva a confiar en sus gobernantes.
No será fácil lograr consensos. De hecho, el retraso innecesario del domingo hasta el lunes en la elección de la mesa directiva del Parlamento, es un claro indicio de que, a pesar de la indignación ciudadana, en el Legislativo seguirán persistiendo las fuerzas oscuras de quienes privilegian sus negocios e intereses personales sobre los objetivos nacionales.
Sin embargo, y sin pecar de triunfalistas, haber recuperado la gobernabilidad mediante los cánones democráticos, haber cambiado en tan pocos días a un presidente golpista por uno legítimo, es una demostración al mundo de los nuevos aires democráticos que el país empieza a respirar.
El Perú asiste a un nuevo escenario, un clima en el que la corrupción enquistada en la vieja política sigue y seguirá resistiéndose, pero ahora se enfrenta a ciudadanos empoderados que tienen la fuerza del reclamo social de sus jóvenes, producto de un proceso silenciosos y prolongado de debate que pasó de la virtualidad a las calles, en uno de los momentos más decisivos de nuestra Patria. El mensaje es muy claro: esa sociedad, que muchos creían desinformada y más atenta a Tik-Tok que a los graves problemas de su país, despertó espontáneamente y no solo rescató la democracia, sino que seguirá exigiendo que quienes están en el poder no vuelvan a darnos la espalda.
El presidente Francisco Sagasti así lo ha entendido y de allí su compromiso y el llamado para que quienes nos sumieron en el caos tengan la suficiente capacidad de enmienda y ahora nos ayuden a recuperar la confianza. Sus disculpas no son suficientes, deben demostrarlo con su búsqueda de consensos en los siguientes ocho meses. Lo que menos debe hacer por su parte el presidente Sagasti es ceder a presiones de cualquier tipo para armar su gabinete. Con tal de volver a encender los motores de la economía, salud, educación, etc., lo que importa es el talento y la experiencia, sin importar el color político.