En su visita a suelo peruano en enero de 2018, el Papa Francisco llamó a la unidad y a la solidaridad de los peruanos agobiados por los estragos causados por el Niño Costero del 2017: “Los peruanos no tienen derecho a dejarse robar la esperanza”, dijo ante un mar de fieles en Huanchaco (Trujillo), aludiendo a las dificultades ocasionadas por la “bravura de la naturaleza”.
Cinco años después, el mensaje sigue vigente especialmente cuando cerca de medio millón de piuranos, en especial los de zonas más bajas, padecen casi a diario los embates del Niño Costero 2023.
PUEDES LEER ? Exigen que presidenta se quede en Piura para que sienta el sufrimiento de miles de familias
Por supuesto que nadie puede robarles a las familias piuranas, esa fortaleza y esperanza con las que afrontaron la pandemia y las consecutivas crisis (sanitaria, económica y social) que vinieron. Justamente por eso es que también cobra especial relevancia el mensaje de Semana Santa, ocasión propicia para la reflexión por parte de gobernantes y gobernados, los que no tienen por qué enfrentarse.
Ninguno puede comportarse como enemigo del otro, todo lo contrario el verdadero enemigo es la corrupción e ineficiencia que durante años han saboteado la ejecución de obras de prevención.
De modo que la presidenta Dina Boluarte, que ayer visitó Piura y se pronunció sobre la emergencia en la región, y tres de sus ministros que llegaron el jueves, deberían darles a los piuranos razones de esperanza para volver a levantarse. ¿Cómo? No haciendo promesas vacías, dejando atrás el letargo con el que están manejando la emergencia.
Para que Piura vuelva a tener esperanza la acción del Gobierno nacional debe traducirse en hablar menos y hacer más, avocarse con acciones concretas y tangibles a proteger los derechos básicos de la población, actualmente amenazados, como vivienda, acceso a agua potable, electricidad y salud.
Ayudarle a los hogares miles de afectados a recuperar la esperanza pasa por no dejar sola a la región como lo vienen haciendo, deben establecer metas y cumplirlas en temas prioritarios como la erradicación de cuencas ciegas, fortalecer servicios básicos y echar a andar los proyectos integrales de drenaje pluvial y salida del río al mar.
La presidente y sus ministros no deben olvidar que el lavado de pies de Jueves Santo, según el arzobispo de Piura, significa amar y servir a los damnificados. Servir y no servirse de quienes más sufren.