Hoy concluye el debate entre los candidatos a la presidencia de la República, en busca de ese 26% de indecisos cuyo peso podría inclinar la balanza en favor de aquellos que pasarán a la segunda vuelta. Lo que los escépticos desean, señores candidatos, son propuestas.
No promesas que trascienden el populismo y se convierten en disparates, ni imposibles que solo caben en la mente de aventureros de la política. El Perú necesita políticas con sólidas bases, con plazos realistas, verdaderas propuestas para llevar al país a la senda del desarrollo.
De acuerdo con los especialistas consultados por El Tiempo, esta semana será crucial para el destino político de la nación; las encuestadoras no tendrán oportunidad de estirar demasiado las preferencias ni habrá quienes puedan hacer sondeos que calcen en las voluntades de algunos postulantes. Será tiempo de ver cómo se encuadra el panorama político, aunque es posible que, como sucede en el Perú en cada comicio, veamos sorpresas de último minuto.
Pero dejemos las encuestas de lado y pensemos en lo que es realmente importante, lo que debería determinar nuestro voto en cualquier circunstancia: ¿realmente conocemos por qué proyecto de país estamos votando? Lastimosamente, cada comicio, en vez de ser un espacio para la verdadera discusión de los temas de fondo, se convierte en una guerra descarnada en que los titulares escandalosos y las consignas más primitivas se yerguen por sobre las propuestas. Las elecciones quedan reducidas a una competencia de rostros -cuando no de frases altisonantes-, en vez de ser una lucha sesuda de programas.
Aunque este diario, como muchos peruanos, también toma distancia frente a los relatos electorales -encuestas, campañas dirigidas, etc.-, en esto sí conviene hacerle caso a las advertencias de los grupos de poder mediático: creamos en el poder de la ciudadanía para decidir los destinos del país. Para empoderarnos más, informémonos, busquemos fuentes confiables de información y hagamos un examen concienzudo de la realidad nacional y de nuestras aspiraciones; saquemos el jugo al enorme flujo informativo que actualmente está disponible para la gran mayoría de ciudadanos. Votemos con responsabilidad.