El exministro y analista político Jorge Nieto Montesinos quien, dicho sea de paso, no ha ocultado su interés en participar de manera más activa en política y prepara un partido para ello ha dicho que el Gobierno no cumple con sus funciones y que este vacío funcional podría exacerbar los niveles de conflictividad del país, al punto de provocar un adelanto de elecciones que, por cierto, la corporación política no desea.
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¿Qué podemos decir al respecto? No podemos negarle razón al analista que concedió una entrevista en exclusiva a El Tiempo para revisar rápidamente el panorama nacional, aunque nosotros, como periodistas y también analistas de lo que acontece a diario, damos un paso más hacia el lugar donde hemos de abandonar toda esperanza de que un simple cambio de rostros y una nueva hornada de partidos que postulan ideas que no difieren tanto de sus antecesores, podrán poner en marcha una verdadera transformación nacional.
Creemos que, incluso en el peor escenario de incompetencia del Ejecutivo, conservar la institucionalidad podría parecer necio dado que la realidad no solo nos advierte sino que nos muestra que el deterioro general del país ha alcanzado niveles alarmantes que comprometen, incluso, la viabilidad de la democracia. ¿Eso significa acabar con la pluralidad política, con los elementos centrales del sistema, la ley, la participación política popular mediante los canales formales, la cancelación del derecho a la crítica por lacerar esta las creencias o los prejuicios republicanos? Transitar por las vías del extremismo es tan peligroso como permanecer en el confort de la ataraxia y la poltrona de la indolencia: necesitamos transformaciones profundas, sí, pero viables. Rediseñar al ciudadano, pero brindándole el marco de la ley, de una Constitución nacida -otra vez- del pacto social, para reconcentrarnos en el crecimiento, el trabajo, la inversión y el desarrollo. Nada de esto lo puede ofrecer Dina Boluarte ni los personajes que hoy ejercen el poder. Todos están contaminados por la misma enfermedad de la incompetencia.
Seguramente, analistas como Nieto han visto en esta crisis la oportunidad de apresurar un cambio que quizás debió hacerse inmediatamente después de la caída estrepitosa, absurda y saludable todas las paradojas contenidas de Pedro Castillo-. Parece que un nuevo final se anticipa.
