Ya han transcurrido muchas semanas del paro que sigue poniendo de manifiesto las profundas diferencias entre los peruanos, pero hasta el momento no se logra una solución medianamente satisfactoria.
No obstante, es imprescindible seguir pregonando la necesidad de dialogar como una salida a la crisis. Definitivamente, no es sano para nuestro país la prolongación de este conflicto entre connacionales, ¿pero qué más se puede hacer?
Pensemos en lo que no se debe hacer: en primer lugar, creemos que el Gobierno debería dejar la estrategica de criminalizar los paros y las acciones colectivas pues esto crea más desconfianza en el sector con el que se pretende negociar. A nivel internacional, la imagen de Dina Boluarte se ha desgastado dramáticamente.
A los ojos de los analistas foráneos, Boluarte es una dictadora. ¿Conviene esto al Gobierno? Por supuesto que no, no es positivo que se imponga el relato de los manifestantes inocentes que fueron atacados por las fuerzas del orden que obedecían un ideario racista. Para nosotros, esto puede ser descabellado, pero no todo lo leen así.
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En segundo lugar, urge que la Policía cambie de estrategia: ya no se puede irrumpir en espacios autónomos -aún si tuviera todas las razones del mundo para hacerlo- para que el ministro del Interior dé la cara en los programas dominicales. ¿Por qué hasta ahora no se ha dado con los supuestos senderistas, movadefistas y afiliados del Fenatep, así como otros extremistas, y se los ha detenido? Sería más fácil controlar las protestas si se las decabeza.
Supongamos que los paros tienen una conducción fuertemente vertical -al estilo de Sendero Luminoso-, las masas se dispersarán. Si no fuera el caso, si la organización fuera más difusa y dispersa, la detención de dirigentes todavía podría obligar a los huelguistas a nombrar interlocutores válidos. El Gobierno podría conversar y los manifestantes podrían evaluar las salidas que Boluarte pueda plantear.
En tercer lugar, el Gobierno debe comprender que intentar algún tipo de negociación no significa claudicar o ceder cobardemente ante las demandas de las masas. Reforzar las tácticas represivas tampoco hace más fuerte al Ejecutivo. La historia nos dice que negociar es lo que consolida la participación de todos en el progreso de la patria.
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