El Gobierno parece enfrascado en una carrera suicida para incrementar su impopularidad: a pesar de que su gestión frente a la crisis provocada por el dengue fue desastrosa, la médica Rosa Gutiérrez, exministra de Salud, ha sido “premiada” -¿cabe otro término?- con el nombramiento como nueva presidenta ejecutiva de EsSalud.

PUEDES LEER ? Piura: se inician obras de prevención frente al Niño en el Valle del Chira

¿Qué falta? ¿Que nombren al tristemente célebre Jota Maelo como nuevo viceministro de Interculturalidad? A puertas de una “Toma de Lima”, que es potencialmente violenta, ¿conviene agravar de manera tan torpe el descrédito del Ejecutivo?

Mientras el empresariado, a través de sus gremios, sus voceros y sus comunicados, intenta convencer a la ciudadanía de que el 19 de julio caerá sobre Lima una horda de bárbaros que destruirá lo poco que queda del progreso peruano y las doradas (?) tres décadas de crecimiento económico, Dina Boluarte, principal socia del sector -y principal interesada en que los grupos de poder no la abandonen a su suerte-, otorga argumentos a quienes creen y juran que solo la violencia será la partera de una edad más igualitaria.

PUEDES LEER ? Ministra de Cultura reconoce que fue un error reunión con La Resistencia

La Fiscalía ha abierto investigación contra la sucesora del golpista Castillo por el presunto plagio del libro sobre derechos humanos -gran paradoja- en el que figura como “coautora”, y ahora entrega el primer puesto de EsSalud a la funcionaria más negligente en el manejo de la salud pública. ¿Hacia dónde vamos? ¿Ya olvidó el Ejecutivo que Gutiérrez venía a esta castigada región a mentir diciendo que el dengue estaba bajo control, cuando no había camas ni médicos y las farmacias celebraban su festín privado a costa de la necesidad de las familias? ¿No recuerda la señora Boluarte que la propia Gutiérrez renunció a la jefatura del Minsa antes que el Congreso le hiciera siquiera una pregunta sobre su labor?

Cuesta decirlo, pero será difícil que nuestro país, golpeado por una pandemia, por otras dos crisis sanitarias y por la deslegitimación de las principales instituciones, herido por la violencia política entre grupos irreconciliables y sectarios cada cual a su modo, pueda despegar en el futuro inmediato. Sí, hubo una época de bonanza, de grandes oportunidades e inversiones -que igual no alcanzó para todos-, ¿pero cuánto hemos progresado social o culturalmente? Peor aún, a diario cavamos nuestra fosa común con la pala de la insensatez.