El gran reto que enfrenta hoy el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, en relación a los casos de violencia de género, es la desunión de las autoridades, la histórica postergación de este tema considerado en muchos sitios como “secundario”, la cultura machista y los efectos emocionales y mentales que la pandemia ha dejado en muchas personas.
Como podemos apreciar, la violencia deriva de múltiples causas y son muchas las dificultades a vencer para conseguir políticas que protejan eficazmente a la mujer y a todas las denominaciones genéricas que sientan sus derechos vulnerados.
La ministra de la Mujer, Rosario Sasieta, visitó Piura e invocó a las autoridades a emplear sus recursos en la lucha contra el maltrato a la mujer y a los colectivos amenazados por la intolerancia, en vez de devolver millonadas al Estado.
En esto también se evidencia el pobre conocimiento de gestión de los técnicos que asesoran a las municipalidades y GORE, y por ello urge un cambio radical que permita elaborar planes y ejecutarlos en pro de los que más sufren.
También se debe involucrar a más sectores, como salud, pues la violencia también se explica desde el funcionamiento emocional deteriorado por esta realidad de vidrio que nos rodea.
La pandemia no solo ha dejado una cifra cuantiosa de muertos y contagiados, sino también una larga cola de enfermos emocionales, de personas que también requieren ayuda, personas en las que la violencia crece y se desborda como respuesta a la frustración.
El asunto de la violencia es integral y por ello es necesario crear espacios de convivencia sana y reeducar a la nación.
¿Será posible que lleguemos al Bicentenario con una agenda establecida que se constituya en política de Estado y que no frene la violencia como respuesta natural y civilice las demandas afectivas y físicas de las personas?
¿Será posible que lleguemos al 2021 con menos escandaletes, con menos cantantes-asesores, menos secretarias traidoras, menos audios, menos presidentes con rabo de paja y con más preocupación por los temas de fondo que afectan al país?
Celebrar el Bicentenario con un país en el que ser mujer o pertenecer a un colectivo diferente no sea una incitación a la violencia, ¿será posible? Esperemos que sí.