La Defensoría del Pueblo ha dicho lo que este diario ha venido denunciando desde hace semanas, que la estrategia contra el dengue es una estrategia fallida, que los presupuestos no alcanzan.

Añadimos nosotros que dejar la lucha contra esta epidemia en manos del GORE aduciendo que esta institución “tiene plata” es tremendamente irresponsable. La salud es un derecho humano reconocido como tal por las leyes, las mismas que entregan al Estado su promoción y cautela. ¿El Ministerio de Salud ha decidido claudicar y entregar la salud de los piuranos a una entidad coja, como el GORE, que incluso dijo que estábamos preparados para esta nueva crisis sanitaria? Incomprensible. 

Mientras tanto, el mal avanza y hay más de 32 mil casos (solo de los registrados) entre confirmados y probables, y los fallecidos suman 40. En los colegios la situación ya no es solo preocupante, sino dramática: los profesores y los escolares se infectan y algunos menores han fallecido. Ante esto, la Dirección Regional de Educación ha decidido no optar por el dictado virtual de clases pues sostiene que el peligro mayor está en los hogares. Aunque esto es cierto, el problema sigue siendo abordado de manera incompleta, fragmentaria, y el factor que explica esta situación es, indudablemente, la fumigación que ha sido insuficiente. En muchos sectores, los más populosos, esta medida no ha sido puesta en práctica, los moradores no conocen a los fumigadores, no saben cómo van vestidos y sospechan que, a estas alturas, difícilmente verán a uno por sus calles.

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El peligro está en las casas porque la fumigación y la abatización han fracasado, aunque las magras estadísticas de esta actividad hayan sido presentadas en las semanas precedentes como grandes logros. Nuestras autoridades son como los hinchas de ese equipo malo que se contenta con el “gol de honor” aunque el rival le haya llenado el arco. 

Estos son hechos, no opiniones. ¿Aún así el Minsa persistirá en su errada idea de que las regiones pueden controlar el dengue? Si fuésemos una república federal o un conglomerado de estados, como en los países del norte, podríamos hablar de eficacia presupuestal, pero en nuestra realidad necesitamos un plan global, una estrategia unificada y atención financiera responsable y transparente. Acciones, no más mecidas.