Los casos de diez niños de Malingas (Tambogrande), que dejaron de estudiar debido a las injustas brechas tecnológicas visibilizadas por la pandemia nos duelen en el alma a los piuranos.
También nos cuestiona como sociedad el drama de cientos de niños que, en lugar de recibir clases en una silla y mesa en el calor del hogar, cada día deben subir a una loma o cerro para captar señal de Internet o caminar más de 4 km para cargar sus celulares.
Según registros oficiales, al menos 200 mil estudiantes de la región no pueden acceder a clases por Internet, al no contar con un dispositivo. Aunque la esperanza era que suplan esta desigualdad en setiembre, mediante la entrega de tablets, el Ministerio solo ha decidido enviar a 70 mil. Por si fuera poco, a menos de 5 meses de terminar el año escolar, la llegada de este insuficiente lote de equipos ha quedado en el limbo al haberse caído el proceso de compra a nivel nacional.
Siendo muy difícil que los alumnos usen estos aparatos este año y ante alarmantes señales como la deserción escolar e injusta exclusión de miles de niños debido a las brechas tecnológicas, es deber del Minedu y la DREP analizar no solo estos obstáculos sino los resultados del proceso nunca antes aplicado de la educación a distancia, para hacer sin pérdida de tiempo los ajustes del caso.
Por qué no pensar, por ejemplo, en identificar las zonas sin señal de Internet o las que concentran la mayor cantidad de niños sin dispositivos, para instalar antenas retransmisoras de la señal de TV Perú y/o emisoras de radio.
Sin ignorar los problemas, como lo señala en esta edición el exministro de Educación, Idel Vexler, estamos ante un año escolar diferente pero no está perdido. Hay muchas medidas viables para superar las barreras surgidas en esta inesperada aventura de la enseñanza remota; pero ninguna tendrá éxito si persiste la burocracia y lenta reacción del ente rector y del Estado en general.
De nada serviría que TV Perú instale una caseta en una zona alejada, si en lugar de dos semanas se tardará medio año en ponerla operativa; o las familias no tienen televisores ni receptores de radio; si el municipio o la Policía no cuidan la antena; o si los padres no acompañan a sus niños. Sin duda, llegar a la otra orilla del aprendizaje en este año especial solo será posible con un esfuerzo común.