A pesar de todas las advertencias; de las fuertes multas y de los operativos policiales; muchos peruanos siguen renuentes a acatar las normas que prohíben las reuniones masivas.
Ni siquiera la muerte de 13 jóvenes en una discoteca y menos que el Perú registre más de 52 mil fallecimientos (el 80% a causa del coronavirus, según Sinadef), ha podido frenar esa peligrosa desobediencia social.
El último fin de semana la Policía realizó innumerables intervenciones en fiestas y reuniones clandestinas en el país. En Piura, muchas de estas reuniones se realizaron a puertas cerradas y ni siquiera el riesgo de multa ha podido frenar. Como muestra, en la Urb. Miraflores se intervino algunas jaranas, pero en muchos otros sectores la fiesta siguió del largo.
El problema, sin embargo, no es el cumpleaños o el aniversario, sino la irresponsabilidad de las personas que sabiendo el riesgo que se corre al convocar a reuniones masivas, insisten en celebraciones o “reunión de amigos”.
Es esa irresponsabilidad la que ha obligado al Gobierno a emprender una campaña agresiva de concientización que, al parecer, no alcanza aún a remover la conciencia de los parranderos.